En esta ocasión presento una película francesa poco conocida y muy, muy agradable.
Estrenada en 2011 y merecedora de varios premios (entre otros, del Festival de Cannes), es una película para toda la familia totalmente distinta a las pertencientes a su género. Es un milagro en los tiempos en que vivimos.
Dirigida por un director que se declara comunista, relata la historia de un matrimonio feliz con sus hijos y nietos que sufrirá diversos reveses que… no harán sino paradójicamente aumentar su alegría: la pérdida -voluntaria- del trabajo del marido en un acto de generosidad (se ofrece a dejar su empleo para que otros no lo pierdan), el robo de sus tarjetas de crédito con violencia, la aparición de un chico necesitado, etc.
En clave de humor se presentan distintos valores muy defendidos de boca pero poco practicados: la generosidad hasta dar la propia vida, la alegría de los hijos, la relativización del dinero, la necesidad de seguir la propia conciencia, etc.
La película tiene un guión elaborado que intercala risas y lágrimas, llevando al espectador por sucesos inesperados que hacen girar la historia de modo insospechado una vez y otra.
Cuando acaba, uno tiene más ganas de vivir, y de vivir contento.
Por cierto: nada blanda o monjil la película.