El director Christopher Nolan (director de Interestelar, Origen o Batman) se enfrenta por primera vez al género bélico, y lo hace con soltura y éxito.
La película relata el llamado "Milagro de Dunkerque": la evacuación de miles de soldados atrapados por los nazis en la costa francesa durante la II Guerra Mundial gracias a la ayuda de embarcaciones civiles. Un hecho histórico que, aunque no sucedió exactamente tal como parece en la película (muchas de las embarcaciones mencionadas fueron organizadas por el gobierno), sí se relata con bastante similitud a lo sucedido. Por ejemplo, en el plano espacial -la playa, el muelle, el embarcadero de camiones, etc.- es muy fidedigna: parte de las fotografías que se conservan.
Nolan vuelve a hacer alarde de su dominio de guiones complejos (aunque en este caso no es tan artificioso como en Origen o Memento), con repetidos saltos en el tiempo, y analizando los mismos hechos desde la perspectiva de distintos personajes, una y otra vez. Es bueno tenerlo en cuenta para no perderse. Hay una crítica discreta a la sinrazón y mezquindad de la guerra, aunque en este caso se haga una defensa principal de la épica del acontecimiento.
Por otro lado, es llamativo los pocos diálogos que tiene y, sin embargo, lo bien que expresa la angustia de una espera agónica por la propia salvación. Lo consigue por la banda sonora estupenda de Zimmer (¡otra vez!) y los sonidos de la guerra intercalados con el silencio más absoluto.
Quedarán para la memoria algunos fotogramas, como la vista aérea de la playa o los centenares de soldados hacinados -centenares de cascos- en el muelle esperando no perder la vida bajo los bombardeos.
Altamente aconsejable.